Del diario secreto (extractos)

Quince de marzo de 1903
Queridísimo diario: otra vez tengo que hablar de Adolfo. Papá me dice que no le haga caso y que le devuelva ojo por ojo, pero papá, como es judío, no conoce a los amigos de Adolfo. Cuando, esta mañana, me tiró por las escaleras del cole al ir para el recreo, yo me volví, claro, y fui a darle en todos los morros, pero esos dos de quinto que siempre le acompañan se pusieron delante y encima me querían pegar, así que lo dejé estar. Papá dice que va a hablar con el director pero yo le he dicho que lo deje, que va a ser peor. No se que hará. Papá nunca me hace caso, así que debo estar preparado para lo peor. Adolfo me puso la zancadilla para que me cayese, con algo de razón, creo yo. Yo ya me había comprometido a darle cinco marcos diarios y la mitad de mi bocadillo y la verdad es que ayer se me pasó hacerlo y eso le disgustó. A mí, de todas formas, lo de los cinco marcos me importa menos, porque se los quito a mamá de sus sisas, pero con hambre si que me quedo algunos días, así que, a lo mejor, inconscientemente, como dice Sigmundo, fue eso por lo que no le di ayer ni una cosa ni la otra.
 Por lo demás, como siempre. Brigit sigue siendo la chica más bonita de la clase ¡y de todas las clases! y yo, que soy un tonto, sigo sin atreverme a decirle nada. Además sale con uno de los matones de Adolfo, así que no se que hacer.
Hoy ha venido un chico nuevo. Bueno, chico. Es mucho mayor que nosotros, pero, al parecer, es muy mal estudiante y siempre repite. Se llama Alberto y es muy simpático, aunque no sabe ni sumar. Ha sido muy gracioso, porque cuando Adolfo le ha dicho que también él tenía que darle cinco marcos y la mitad de su bocadillo, Alberto se ha reído y le ha sacado la lengua y a los dos de quinto, ya sabes, diario, los matones de Adolfo, les ha dicho no se qué de que la masa de sus cerebros no daban ni para la energía de un electrón voltio por mucha velocidad que les pusieran, o algo así y todos nos hemos partido de risa y hasta a mi se me ha olvidado que seguía sangrando por la nariz. Adolfo se ha puesto pálido, nunca le había visto así de enfadado, pero se ha dado la media vuelta y se ha ido con sus amigotes que no hacían más que rascarse la cabeza como los monos, sin entender.
Y no se que más contar hoy, así que, hasta mañana, diario. ¡Ah, sí!, se me olvidaba. Bueno, no es que se me olvidara de verdad, es que me daba algo de vergüenza ponerlo, pero como esto es solo entre tu y yo... hoy me he tocado un poco, ya sabes el qué. Me acordaba de Brigit y todo eso, pero no he sentido nada especial. No entiendo cuando Sigmundo me dice que es tan fantástico. Yo creo que Sigmundo no está bien de la cabeza, pero es el mejor amigo que tengo, así que hago por hacerle caso, pero es tan raro lo que me dice. Dice que hay que hacer cosas feas con las chicas, incluso con Brigit, y cuantas más mejor, porque el mundo se va a acabar, bueno, él no lo dice así, él dice palabrotas que cuadran en verso, pero a mí, en el diario, no me gusta escribirlas, porque te tengo mucho respeto. Bueno, diario, ahora sí, hasta mañana. Que descanses bien.

Diecisiete de marzo de 1903
Amigo diario: ayer estuve muy ocupado intentando convencer a papá para que lo dejara estar y por eso no escribí nada. Pero, aunque mamá, que aunque también es judía, es más prudente que papá, me defendió, no hubo nada que hacer. Es que vine con la nariz rota y eso, dijo papá, “¡ya está bien!, no hay quién lo aguante”, así que, al final, se salió con la suya y fue a ver al director. Así que también él vino con la nariz rota y, según nos dijo luego, con el orgullo herido, o algo así, porque le habían llamado perro y cosas peores y no los amigos de Adolfo, ni siquiera Adolfo, que, además él solo no tiene media torta, sino el director y todo el claustro de profesores menos uno que es amigo de papá y además es judío como él y que le aconsejó, antes de entrar, que no pasara al despacho, que iba a ser peor. Papá dijo que nos teníamos que ir de Alemania porque esto iba a peor y que ya había habido casos de persecuciones de judíos, pero mamá dijo que solo estabamos en 1903 y que, por el momento, no había que tomar tan drásticas medidas. Yo luego miré lo de drásticas en el diccionario y estuve de acuerdo con mamá. Total por cinco marcos y medio bocata, que, además, la culpa fue otra vez mía, porque quise negociar un par de marcos más a cambio que me dejara el almuerzo completo para mí y tenía que saber muy bien que con Adolfo no hay nada que negociar. Lo sentí por papá, porque yo, por mi nariz, ya no doy ni un marco.
Eso fue ayer, como te dije. Hoy ha pasado una cosa muy rara. Brigit me ha dicho “Hola, ¿te sientes mejor?” y no me lo ha dicho con ironía, sino cariñosamente. ¿Sabrá que me toco pensando en ella? - si, diario, porque ayer también lo hice, y, no se si me entiendes, llegué hasta el final, como me recomendó Sigmundo. Si, bueno, no estuvo mal, pero, vaya, tampoco lo que dice Sigmundo -. Que vergüenza si lo sabe. Aunque a lo mejor solo lo decía por lo de la nariz. Luego vino su novio y me dio un empujón. El novio, no Brigit.
El chico nuevo está castigado sin venir al colegio tres días. Sucedió también ayer. Fue por causa de las matemáticas, que se le dan tan mal. Le preguntó el profesor que cuanto eran tres más siete y a Alberto no se le ocurrió otra cosa que decirle que 1010 en base dos. Es que Alberto también es judío, según dice él mismo. Esta vez, cuando le castigaron, no sacó la lengua, pero, no se por qué ni a cuento de qué, me guiñó el ojo izquierdo y se fue a su casa tan digno como si hubiese contestado bien. Yo creo que es poco humilde, aunque me siga cayendo bien a pesar de lo mayor que es. Lo que no entiendo es por qué me guiñó el ojo precisamente a mí, que no soy judío que yo sepa. Bueno, al final, eso, que no viene a clase ni hoy, ni mañana, ni pasado.
Y poco más que contarte hoy, diario. Que esta noche procuraré no hacer guarrerías o, por lo menos, no hacerlas pensando en Brigit, no sea que sospeche y luego se lo diga a su novio. Pero no se me ocurre en cual otra chica pensar, porque quiero tanto a Brigit. Creo que estoy enamorado de ella, aunque pienso que si lo estuviera no pensaría tan mal en ella, ¿no crees?, quiero decir que pensaría de otra manera, más pura o así. Estoy hecho un lío, diario y tengo sueño, así que hasta mañana.

Dieciocho de marzo de 1903
Hola diario, hoy estoy muy bien. He comprobado que para nada quería el medio bocadillo y que, con menos almuerzo, luego no pongo pegas en casa a la hora de la comida y estoy mejor, menos lleno y con más apetito. Además evito que me rompan la nariz. Incluso Adolfo me felicita. Dice que así es mejor para todos y que él no quiere hacerme daño, que lo de la zancadilla en las escaleras era por mi bien y que así le gusta, que aprenda la lección. Hombre, todavía no me deja entrar en su grupo, pero si sigo por el buen camino, todo se andará. También me ha dicho Adolfo que para que quiero amigos como Sigmundo y a lo mejor tiene razón. Yo siempre he pensado y ya te lo he dicho más de una vez, que Sigmundo no está bien de la cabeza y ahora creo que también el chico nuevo anda algo tocado, aunque me caigan bien los dos. Pero, como dice Adolfo, no se puede tener todo en la vida y algún sacrificio hay que hacer si algún día quiero pertenecer a su grupo, cuando, como él dice, esté preparado. Hombre, yo, por el momento, quiero seguir siendo el mejor amigo de Sigmundo, pero ya veremos. La vida, como dice mamá, da muchas vueltas.
Además, si algún día consigo estar de colega de Adolfo, a lo mejor estoy más cerca de Brigit, que hoy también me ha vuelto a preguntar y yo creo que se preocupa por mi como soy, porque esta noche, como ya te dije, no he pensado en ella así que no ha podido preguntarme con segundas. Y a lo mejor, si me hago muy amigo de él, me deja a mi ser el novio de Brigit aunque esto es más una esperanza que que lo crea de verdad, porque, claro, el novio de Brigit es fuerte y yo no y Adolfo, por muy amigo mío que llegue a ser, siempre preferirá que el novio de Brigit sea un hombre fuerte que un debilucho como yo. Bueno, no hay que soñar más de la cuenta. Solo con saber que hay esperanzas de estar más cerca de ella, me conformo.
En casa papá casi no habla. Mamá dice que, a lo mejor, está deprimido, pero cuando se lo he dicho a Sigmundo me ha dicho:” ¿que sabrá tu madre de depresiones? ¿No ves que eso solamente lo tienen las mujeres?”. Yo, en parte estoy de acuerdo con Sigmundo, aunque no sé lo que significa depresión, pero papá me da algo de pena. De todas formas ya no puede dolerle la nariz o el orgullo, porque de eso fue hace ya dos días y tiene que habérsele pasado, como a mí. A lo mejor es que papá es más débil todavía que yo, pero a mí siempre me había parecido un hombre fuerte, como los amigos de Adolfo pero en más mayor. Supongo que ya se curará.

Veintiuno de marzo de 1903
No me gusta nada lo que está pasando. Resulta, diario, que Alberto, ahora, se está haciendo muy amigo de Sigmundo. Hoy ha vuelto al colegio y, en vez de decirme hola a mi el primero, se ha ido donde Sigmundo y se han puesto hablar entre ellos por lo bajo. Cuando me he acercado creo que se han callado o cambiado de conversación, no quiero pensar mal pero creo que me quieren hacer el vacío y no se por qué. Pero, si empiezan así que se vayan a la mierda los dos. Cuando llegué creo que estaban hablando de que los dos eran judíos y, ya se sabe que los judíos como se pongan a hacer grupitos, lo se por papá que siempre está con sus amigos judíos, y cuando vienen a casa sus amigos los judíos a mi me mandan a la cama porque no soy judío como ellos y no me gusta. Luego si, me han hecho un sitio, pero, ya digo, al principio cuando llegué donde ellos se callaron y se pusieron a hablar de otra cosa. Yo también entiendo que se cuenten cosas secretas entre ellos, porque acepto que tengo menos años que ellos dos y que hay cosas que un niño como yo no debe escuchar, pero me parece mal que no me diga hola a mi primero que a Sigmundo. Además veo a Sigmundo como más distante. Creo que sigue siendo mi mejor amigo pero ya no tanto como antes. Y no le gusta que le de mi medio bocadillo a Adolfo, que eso es rebajarme, pero si es mío puedo hacer lo que quiera con él porque eso es la verdadera libertad, ¿no? y no se por qué Sigmundo se mete conmigo porque le dé mi medio bocadillo a Adolfo. Yo creo que le tiene manía porque Adolfo es tan bajito como él y, sin embargo, tiene amigos de quinto y él, que es mayor, tiene amigos solo de mi edad, excepto Alberto, pero esa es una amistad demasiado reciente para saber si va ser amistad de verdad o no.
No quiero hacerme ilusiones pero creo que le gusto algo a Brigit y además de que me ha vuelto a hablar y preguntarme que tal estoy es que Adolfo me ha guiñado el ojo derecho y me ha dicho “te gusta ¿eh ?” y, claro, le he dicho que sí.
Yo creía que Adolfo no tenía ideas. Creía que solo era así por sus amigos de quinto, pero resulta que no, que tiene sus propias ideas y además es él el que ha convencido a sus amigos de quinto de sus ideas y no al revés como yo creía. Y además me ha dicho que él no quiere los medios bocadillos de nadie para él sino para que todos lo compartan y claro los de quinto son muy grandes y tienen que comer más que los demás para mantenerse fuertes y sanos y dar hijos fuertes y sanos como ellos a la patria. Y dice que nosotros, él y yo, como somos poca cosa no hace falta, incluso sería peor, que demos hijos a la patria, porque los bajitos con que tengamos ideas y las hagamos respetar, es suficiente y que la patria no nos pide más. Eso quiere decir que me parece que me va a ser difícil estar con Brigit pero él dice que no tiene nada que ver, que lo que no debo es tener hijos, ni con Brigit ni con nadie, pero que estar con ella todo se andará.

Treinta de marzo de 1903
Hoy papá me ha pegado, diario. No me ha hecho daño porque como lleva unos días muy triste y sin ganas de comer, apenas tiene fuerzas, pero me ha hecho llorar. Que raro, ¿verdad?, que yo haya llorado por un bofetón que no me hace daño. Porque cuando Adolfo me tiraba por las escaleras y me rompía la nariz sí me hacía daño y sin embargo no lloraba. A lo mejor es que cuando los hombres no entendemos lloramos y cuando entendemos, no. Y yo entendía por qué Adolfo me tiraba por las escaleras y no entiendo el bofetón de papá. Se lo he dicho a mamá y me ha dicho que es que los hombres mayores son muy raros pero que no lo tome a mal, que lo que pasa es que papá está deprimido y no sabe lo que hace. Yo le he dicho a mamá que Sigmundo dice que eso es imposible porque las únicas que pueden tener depresiones son las mujeres pero mamá me ha dicho que qué sabrá Sigmundo de la vida si no es más que un judío como nosotros. Entonces me he enfadado un poco, no me gusta enfadarme con mamá y luego me he arrepentido, diario, pero así, al pronto, me ha sentado mal lo que ha dicho y le he contestado mal. Le he dicho que si ella o papá quieren ser judíos que lo sean, pero que a mi no me metan en sus historias, que yo ni soy ni quiero ser judío como ellos. Entonces mamá ha hecho una cosa muy rara: me ha dado otro bofetón como el de papá, pero del otro lado de la cara y no he llorado y eso también ha sido extraño porque ahora no se ya porque lloran o cuando, las personas. Porque yo el bofetón de mamá tampoco lo he entendido y tampoco me ha hecho daño, como el de papá y por eso tenía que haber llorado, ¿no? ¡Que lío!
Luego, en el cole se lo he contado todo a Sigmundo y en vez de darme la razón, me ha mirado como si no me conociera y me ha dicho si yo soy tonto o qué, qué como no voy a ser judío si mis padres lo son. Yo le he dicho que eso no tiene nada que ver, que hay padres que son católicos y los hijos no tienen que serlo por eso y entonces me ha mirado de una forma todavía más rara y me ha acariciado la cabeza y ha dicho “pobre muchacho”, pero no sé si lo dice por mí, porque papá no será rico pero tampoco me lleva como a los niños pobres del barrio.
Y no he visto a Brigit porque dice Adolfo que está mala por culpa del gigantón de su novio y yo le he preguntado si es que le había pegado pero me ha dicho que no. Que está esperando a un salvador de la patria pero a mí me parece que me ha tomado el pelo, en el buen sentido, porque a Adolfo le gusta gastar bromas así, porque por esperar a un salvador de la patria ninguna mujer se pone mala. Y luego me he enterado por Alberto que está mala porque su papá le ha dado una paliza por ser tan puta que no sé lo que es pero que a lo mejor no viene al cole en una temporada. Y después el papá de Brigit ha venido al colegio pero se ha ido también con la nariz rota y eso es raro porque que yo sepa no es judío.

Diez de abril de 1903
Hoy casi me enfado con Sigmundo pero al final se ha portado bien conmigo y nos hemos abrazado. Es que, con las prisas, al salir de casa se me ha olvidado coger el bocadillo para el recreo y los cinco marcos y me ha dado miedo que se enfadara Adolfo y le he pedido a Sigmundo que me dejara medio bocadillo suyo y él me ha dicho que si era para mí que me lo daba pero para que se lo diera a Adolfo, no. Me ha llevado casi todo el recreo explicarle que el medio bocadillo no se lo come Adolfo sino que es para los de quinto porque aunque son muy grandones comen mal en casa y que por eso es que hay que alimentarles. Creo que al final lo ha entendido pero en lo de los cinco marcos no ha habido forma de convencerle porque ya se sabe que los judíos son muy tacaños. Pero se me ha ocurrido una idea muy buena. Yo tenía miedo de que no resultase y que al final me saldría mal y que Adolfo me tiraría por las escaleras por no llevarle los cinco marcos pero lo que he hecho me ha salvado por los pelos, como suele decirse. He ido a uno de los de primaria y le he dicho que si no quería que le tirase por las escaleras, como hace Adolfo conmigo, que me tenía que dar cinco marcos. El niño me ha dicho que no tenía pero no me lo he creído y le he dicho que tenía hasta el final del recreo para dármelos. Me ha dado un poco de pena al principio porque el chaval ha tenido que pasarse el recreo hablando con sus amiguitos para ver de reunir entre todos los cinco marcos pero al final me los ha dado y yo he podido darle a Adolfo el medio bocadillo y los cinco marcos y la idea es muy buena porque si lo hago así todos los días ya no tendré que sisarle a mamá que creo que está sospechando algo porque el otro día se enfadó con papá que vino algo bebido y mamá le dijo que si le había quitado algo del monedero y aunque no sospecha de mi todavía ya está con la mosca tras la oreja y si ese niño de primaria me da todos los días cinco marcos ya no tendré que andar a escondidas con mamá y solo tendré que acordarme del bocadillo que es más fácil porque si bien es verdad que Sigmundo me ha dado hoy medio bocadillo suyo me ha dicho que lo hacía por mí porque me veía muy preocupado pero que me lo daba solamente hoy y Sigmundo, como es tan cabezota seguro que no es tan fácil de convencer como el niño de primaria y además no puedo amenazarle con tirarle por las escaleras por que es mi amigo y además como es mayor que yo, a lo mejor me tiraba él a mí.
Brigit ha vuelto al colegio y está muy fea. Se ha quedado muy delgada porque le han quitado no se qué de la tripa. Me lo ha dicho Adolfo que me ha dicho que se vengarán de su padre que es un malvado enemigo de la patria pero no me ha querido decir qué le han quitado porque, dice, tú no lo entiendes aún. El chico de quinto ni se le ha acercado, dice Adolfo que ya no es su novio y me ha dicho que, si quiero, puedo serlo yo, pero a mí ya tampoco me gusta Brigit, por lo menos si no se pone otra vez guapa.

Once de abril de 1903
Hola diario: hoy he estado un poco triste porque Adolfo se ha enfadado conmigo, porque dice que eso de quitarle a otros niños los marcos para dárselos a él no está ni medio bien porque si él quisiera los cinco marcos de otros niños se los pediría a ellos y no a mí. Y me ha dicho que si sigo por ese camino que no me va a hacer de su club porque los hombres tenemos que ser responsables de nuestros actos y que si me había olvidado el dinero en casa tenía que habérselo dicho y ya él habría visto que hacer conmigo y que aquí el único que recauda es él y aquellos a quienes él se lo permite y a mí no me lo ha permitido por el momento así que qué me ande con ojo a ver si la siguiente vez me va a pedir el bocadillo entero y que no vuelva a ocurrir. Luego, como me ha visto tan triste casi se ha arrepentido de haberse enfadado tanto y me ha dicho que me perdonaba y que aunque esto es una mancha en mi expediente que esta vez me lo pasaba y que ya estaba bien y que no llorara que los hombres no lloran y yo no sé quien puede habérselo dicho a Adolfo, lo de los cinco marcos que les quité a los de primaria, porque yo no se lo he dicho a nadie así que Adolfo se entera de todo y no sé cómo lo puede hacer, pero le he dicho que nunca más le iba a engañar y me ha dado un cachete cariñoso y yo he vuelto a llorar pero de alegría. Luego me ha dicho que me vaya preparando porque dentro de poco seré uno de los suyos y ya no tendré que darle medio bocadillo y que cuando sea uno de los suyos si me dejará coger lo de los de primaria. Luego le he preguntado como era eso del ritual y me ha dicho que era hacerse hombre por medio de una prueba y le he dicho que qué prueba era pero me ha dicho que es secreta y cuando me la hagan ya veré lo que es y le he preguntado si hacía daño y me ha dicho que los hombres nunca preguntan esa cosas y que todo duele, pero que no me preocupe porque es una cosa rápida. Luego me ha dicho que tenía ya que dejar de ser amigo de Sigmundo y Alberto y yo le he dicho que de Alberto nunca he sido amigo pero que de Sigmundo como voy a dejar de serlo si es tan bueno conmigo y le he contado lo del bocadillo de ayer y entonces Adolfo me ha dado un bofetón y me ha dicho que a los judíos como Sigmundo no se les pide nada, que se les quita y en paz y yo le he dicho que como iba a quitarle nada a Sigmundo si, además de mi mejor amigo, es más grande y mayor que yo y me ha dicho que eso pronto iba a tener arreglo, pero como no encoja no sé como va a tener arreglo y a mi me da mucha pena tener que dejar de ser el mejor amigo de Sigmundo, pero Adolfo me ha dicho que el que algo quiere algo le cuesta y que me decida si quiero ser de su grupo o del de Sigmundo, pero, aunque yo se que Sigmundo no tiene ningún grupo no he querido seguir discutiendo con Adolfo porque cuando le llevan la contraria se enfada mucho y yo no quiero cobrar más.
Brigit me da pena porque nadie la quiere en el colegio. Hasta sus amigas se apartan de ella como si tuviera lepra y lo único que le pasa es que está un poco delgada y fea. Yo me he acordado de ella cuando era guapa y me he hecho eso en la cama, pero voy a tener que cambiar de chica porque no puedo evitar acordarme de ella y verla como está ahora y entonces me cuesta más y acabo con la mano cansada y luego me cuesta más escribir, diario.

Veintitrés de abril de 1903
Mañana es el gran día y estoy muy nervioso. No he llevado bocadillo al colegio, pero es porque Adolfo me ha dejado, porque me ha dicho que todo el día de hoy tengo que ayunar todo el día y que esta noche no me haga nada - ya sabes a que me refiero, me ha dicho, y eso sí que no sé como lo sabe, yo creo que Adolfo lo sabe todo - porque mañana tengo que estar puro para el rito. Y me ha dicho que la prueba es hacerme una marca en el pitilín en forma de cruz con una hoja de afeitar pero que no me preocupe porque aunque duele un poco los de quinto me sujetarán y me pondrán un pañuelo en la boca para que no grite y que, además, cuando tenga la cruz en el pitilín ya veré como todo en mi vida cambia para siempre y mejor así que qué no me preocupe y que no se lo diga a nadie que si me lo ha dicho es porque me veía muy nervioso y era para tranquilizarme y me ha dicho que me he portado muy bien dejando de hablarle a Sigmundo y Alberto y que por eso me dejaban ser uno de los suyos tan pronto, por lo bien que he sabido obedecer en algo que me costaba tanto como era dejar de ser el mejor amigo de Sigmundo y es verdad que me ha costado mucho pero en la vida hay que hacer sacrificios así si uno quiere alcanzarlas metas que se propone en la vida y yo quiero ser del grupo de Adolfo y dejar de sisarle a mamá porque ya sospecha más que nunca y hasta me pregunta y alguna vez la he visto registrarme los bolsillos.

Veinticuatro de abril de 1903
Odio a Adolfo y a sus amigos de quinto y no les pienso dar más de mi bocadillo nunca más ni cinco marcos ni nada. Me da igual que me tiren por las escaleras y sólo quiero morirme, diario. Son unos mentirosos y unos cerdos y además son maricas y se lo voy a decir a todo el mundo en el colegio y quiero irme de este colegio para siempre porque han dicho que soy judío y que no puedo ser de los suyos porque los perros judíos como yo tenían que estar todos muertos y yo no soy judío pero me voy a hacer para fastidiar a Adolfo y sus amigos, para que aprendan y además me voy a masturbar - porque es así como se llama lo que yo hago por las noches en la cama - pensando en la novia de Adolfo, para que se entere y me da igual que se entere que no y se lo voy a decir, le voy a decir que me masturbo pensando en su novia y que me pegue o que haga lo que quiera, pero se va a enterar de quién soy yo y me voy a hacer amigo otra vez de Sigmundo y de Alberto y de todos los chicos judíos del colegio para fastidiarles. Y me quiero morir querido diario.

Trece de junio de 1903
Queridísimo diario: no ha sido culpa mía no haberte escrito en tanto tiempo. Es que he estado en el hospital y como ni mamá ni papá saben que existes no te han podido llevar. Ya estoy bien, bueno, en convalecencia me han dicho, y que no vuelva al colegio y que haga los exámenes finales en casa, no sea que vuelva al hospital. Es que le dije a Adolfo todo lo que pensaba de él y lo de su novia y yo y además le di un puñetazo con el puño cerrado y le hice sangrar por la nariz, pero luego vinieron sus amigos de quinto. Pero ahora sé que Sigmundo y Alberto son mis amigos de verdad porque cuando vieron como me zurraban salieron corriendo y nos separaron que si no es por ellos yo creo que ahora estaría muerto. Y además han venido al hospital a verme y al final, como son muy listos me han convencido de que yo también soy judío y de que no tengo por qué avergonzarme y me han explicado lo que es ser judío y yo creía que era otra cosa, pero no tiene nada que ver con los perros, sino que los judíos nos distinguimos porque tenemos el pitilín más largo porque nos lo operan al nacer y somos la raza más lista del mundo porque Dios nos protege, bueno a mí no tanto porque me negué a ser judío y por eso Dios me castigó y dejó que Adolfo y sus amigo se rieran de mí. Eso es lo que me ha dicho mamá que me ha perdonado por lo de robarle de las sisas - sí, diario, no sé cómo, pero se ha enterado -, porque Sigmundo dice que Dios no existe que lo que me ha pasado no tiene nada que ver con Dios sino con ser judío. Y que buenos amigos son Sigmundo y Alberto y eso que Alberto si que cree en Dios. Y a mí ya no me importa ser judío como ellos, aunque ahora preferiría que papá no lo fuera, porque no me gusta parecerme a papá. No le odio pero creo que es un cobardica, porque no hace más que decir que tenemos que irnos de aquí ahora que todavía hay tiempo, que luego será peor. Yo ya no le tengo miedo ni a Adolfo, porque no tiene media torta ni, a sus amigotes de quinto, porque Alberto y Sigmundo me defenderán. Estoy seguro, pero mamá dice que de todas formas haga los exámenes en casa.
En el hospital me enamoré de una enfermera que se llamaba Mónica y ahora me masturbo pensando en ella, porque la novia de Adolfo era muy sosa y además se llamaba Eva y eso, ahora que sé que sí que soy judío, me recuerda a nuestra primera madre y yo eso no quiero hacerlo con mi madre así que ya no pienso en la novia de Adolfo. Y odio a Adolfo más todavía precisamente porque odia a los judíos y sin embargo tiene una novia que es como nuestra madre que Alberto llama primordial. Y es que Adolfo es malo y yo tonto por no haberme dado cuenta antes. Pero dice Sigmundo que ya se me pasará, lo de ser tonto, digo y que voy por el buen camino ahora que ya sé, por lo menos, lo que soy y que eso me ayudará a hacerme un hombre más que todas las cruces que me puedan tatuar en el pitilín que él dice que deje de llamarlo pitilín, que eso es como lo llaman los niños y que lo llame como se llama que es polla. Pero a mí me gusta más pitilín y dice Sigmundo que cualquier día de estos me va a sicoanalizar porque lo mío no es normal. Yo le he preguntado si eso hace daño y me ha dicho que no solamente no hace daño sino que además es muy bueno para la salud mental. Y como Sigmundo ha vuelto a ser mi mejor amigo, me lo creo, así que, a lo mejor le dejo que me lo haga, lo de sicoanalizar, quiero decir. Bueno, diario, nada más, hasta mañana. 




Ilustración por gentileza de Camelia Davidescu

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