La conciencia demolida



- Hola hermana, ¿qué te cuentas?
- ¡Mamá ha muerto, Jorge, mamá ha muerto!
- Mamá murió hace seis años, Ángela.
-¡Acaba de morir, imbécil!
-¡Dios mío, Ángela, es horrible, horrible! Pásame con Alfredo, haz el favor.
-¿Con quién?
-Con Alfredo, tu marid… tu cuidador.
-Quieren habla con usted
-¿Quién?
- No sé
- Dígame.
- Hola Alfredo, soy Jorge. ¿Tan mal anda la cosa?
- Pues ya lo ves, Jorge. Ya lo ves.
-Vaya. Si puedo hacer algo, lo que sea…
- No, no puedes, Jorge. Ni tú ni nadie. Sólo queda esperar.
- Está bien, Alfredo. Un abrazo.
- Un abrazo, cuñado.
-¿Con quién hablas, papá?
- Con mi hermana y mi cuñado.
- ¿Con quienes?
- ¡Con Ángela y Alfredito. No tengo más hermanas ni más cuñados, joder!
- Papá, los tíos murieron hace tres años.
- ¿Y quién coño es usted?
A duras penas, Laurita contiene las lágrimas. Sabe que eso pone más furioso a su padre.
- Soy su cuidadora, señor Ferrán. Sólo soy su cuidadora.
-¡Ah, sí, cierto, cierto! Perdone mi impertinencia, señorita. Es que a veces no sé qué me pasa que…
-No importa, señor Ferrán –dice Laurita, mientras pasa suavemente sus manos por las mejillas que recién le acaba de afeitar -No importa.