La conjetura de Goldbach

A punto de rematar una brillante demostración de la conjetura de Goldbach, suena el despertador.

Orfeo en duermevela

¡Qué inútil es y bien lo sabe,
pretender desprenderse del pasado!
Y si acaso lo elude por momentos,
extasiado por el nectar de Dioniso,
al dormir la sagrada borrachera
vuelve de nuevo los ojos al abismo
por ver si Eurídice lo sigue.
Y así, una y otra vez, en el sueño redivivo,
la pierde siempre y otra vez más es para siempre.

Paz efímera en la ancianidad

 A Konstantino Kavafis, in memoriam.


Olvidado el sueño efímero agorero,
contempla gozosa Hécuba a su esposo;
cómo hace carantoñas Príamo a Astianacte,
cómo, jugando, deposita la regía corona en su cabecita infantil.

En la infértil Pilos, Nestor, el honorable anciano,
rememora satisfecho la terrible guerra contra los centauros.
Los heroicos tiempos, piensa, ya nunca volverán;
Jamás otras batallas como aquellas.
Excusado de seguir perteneciendo al noble estamento de los guerreros,
se dispone a grabar en láminas de cobre sus memorias.

Mientras, Calcante, el adivino, es presa de un súbito terror sin fundamento
en tanto Menelao, junto a la hermosísima Helena,
se dispone a recibir en el palacio a su eximio huésped sin defecto.