¿Cómo llegar?

¡Anímate, Ángel!

Si tomas la carretera
de La Bañeza a León
y en el kilómetro siete
te pones a la derecha
llegarás de sopetón
a Vecilla de la Vega.

Verás la pista de tenis,
después la de baloncesto:
¡Ya estás en casa de Nieves!
Aunque parece de Asterix
por el adobe, un portento,
como el renacer del fénix.

Llama al timbre, te abrirán
Alejandra, Jaime o Nieves;
podrás tomarte una birra,
o sopas de ajo con pan,
o un vino si lo prefieres,
o un coñac, o un pacharán.

Después de comer, la siesta
con música de Beethoven
y tras la siesta, sin prisa,
podemos dar una vuelta
y como la noche es joven,
tras la cena, pa la fiesta.

Luego a dormir de un tirón.
La noche por aquí es muy fresca
y aunque estemos en verano
dormimos con edredón,
y si ir al baño empereza
al orinal, qué cojón.

Aquí no hay gallo que valga
ni infernal despertador.
Cuando quiero me levanto
y estamos a lo que salga:
si no sale nada, mejor,
y a disfrutar la galbana.

En Vecilla de la Vega
apenas hay cobertura
de móvil o de Internet,
¡No hay ni tele si me apuras!
¿qué más paz puedes querer?
Ven a Vecilla, colega.



Aves rapaces

Nidada de halcones en mi faltriquera.
Los soltaré, sí, para que cacen por mí
Un poco más de tiempo todavía.

Ojos-Oro de búhos melancólicos
Observando, desde lo alto de la higuera,
La pieza-yo con que amansar a su nidada.

Garras angélicas del águila,
Buche-estómago al que tiendo.
Pánico sin nombre que, al tiempo, me encandila.

Invocación (soneto al neoclásico modo)

Renuncio a la amistad de los amigos.
Renuncio a las ausencias tabernarias.
Renuncio a las palabras portuarias
Que me tientan a ir con los lestrigos.
Renuncio ya al calor de los abrigos
Que me cubren con prosas estatuarias.
Libre hacia ti dirijo mis plegarias
¡Oh Diosa del Amor y del Castigo!
¡Oh Diosa sin principio, que avasalla
Lo más humanamente concebido!
A ti me entrego, ¡oh Diosa de la Noche!
Y acepto los flechazos de Cupido.
Tú acepta este presente, humilde broche:
Verso punzado en madera de haya.




Ilustración: Camelia Davidescu