¡Qué pena me dan los niños
-le dice un niño a otro niño
mientras transporta el carbón
del fondo a la bocamina-
de España, tan chiquititos,
y ya en el paro, qué horror!
Pues agradécele a Dios
-le responde el otro niño-
¡Que no les de a sus papás
por traerlos para acá
y nos quiten el trabajo
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