“Mi padre fue peón de hacienda
Y yo un revolucionario.
Mis hijos pusieron tiendas
Y mi nieto es funcionario.”
Victor Jara
-
Tengo entendido que su padre fue peón de hacienda. ¿Puede hablarnos de su
infancia en el agro mexicano?
- No,
no puedo, entre cosas porque mi padre no fue eso que usted dice y yo he vivido
siempre en un entorno urbano.
- Pero
según los datos que obran en mi poder…
- El peón
de hacienda fue mi bisabuelo. Al menos eso es lo que he oído decir siempre en el
entorno familiar.
- Pero
esto es absurdo. Usted es un reconocido revolucionario de los tiempos…
- En
absoluto. De hecho, ni siquiera creo en la revolución. No sé de donde ha podido
sacar usted la conclusión…
- Pues
está todo aquí, en la canción.
-
Déjeme oír… ya comprendo, escuche… ¿lo ve?… Lleva la firma del abuelo que, para
mi desgracia, se llamaba igual que yo.
- O
usted que él.
- Como
quiera. En cualquier caso, para mí supone un descubrimiento que fuera un
revolucionario. Mi padre nunca me habló de él. No en esos términos. Decía que
era un bohemio y un borracho, además de ladrón y que por eso le machacaron los
nudillos, y no nos dejaba ir a visitarlo a la cárcel.
- Así
pues, usted…
- Así
pues, yo soy funcionario. De Hacienda, para ser más explícito. Nada que ver con
la de mi bisabuelo que fue peón.
- ¿Se
dejó corromper alguna vez?
-
¿Quién? ¿Mi bisabuelo?
- No, vuecencia.
- La
pregunta es ofensiva, como puede usted comprender.
- No
hay preguntas ofensivas para un excelente periodista como yo, si usted me entiende.
- Está
bien, responderé como mejor sepa o me convenga. Puede que fuese un poquito
corrupto al principio de mi carrera. Al fin y al cabo mi padre puso tiendas,
una franquicia, ya sabe, y yo tenía la obligación moral de ayudar desde mi, por entonces, modesto
cargo de inspector de hacienda, al negocio familiar.
- ¿Y
después?
-Pasé
de poquito a gran corrupto nacional, je, je. Hablando en serio, en un grado de
corrupción de uno a diez, me apunto a un modesto siete coma tres.
-
Notable
- Sí,
bastante notable, es cierto. Pero recuerde que los hay con matrícula de honor.
- Eso
son palabras mayores y usted no supera el uno sesenta de estatura.
-
¿Pequeño pero matón, insinúa?
- Más
o menos.
-
Quizá tenga razón. Por cierto, ¿no le parece a usted, como excelente periodista
que dice ser, que esta conversación se está desmadrando un poco?
-
Créame que no, tengo mucha experiencia en estas lides.
- Lo
que usted diga. Prosiga pues con su entrevista.
- La
verdad es que ya no me quedan más preguntas.
-
Ánimo, hombre, alguna más se le ocurrirá. ¿No es usted un gran reportero?
- Está
bien, si insiste… vamos a ver… sí, aquí tengo una.
-
Dispare pues.
-
¡Pum! Je, je, es broma. Veamos,… ehhhh… ¡ah, sí!, aquí está. ¿Ha seguido
su hijo sus pasos de usted?
- ¿En
lo de corrupto?
- No,
en lo de funcionario de hacienda.
- En
absoluto. Más bien todo lo contrario. Es un muchacho muy especial, con un
cierto sentido de la nostalgia. Ha decidido regresar a los orígenes, al agro y
todo eso.
- No
me irá usted a decir que su vástago se ha hecho peón de hacienda.
- No,
no tanto. Más bien hacendado de hacienda. Dirige un cártel muy importante en
Medellín.
- ¿Su
hijo es un cartelista?
-
Bueno, pues sí, de los mejores y no es orgullo de padre, créame. Incluso le han
dedicado algunas rancheras.
- No
me diga.
- Pues
bórrelo de su artículo. Pero lo dicho, dicho queda y antes o después saldrá a
la luz.
- Es
que me ha dejado usted de piedra.
- En
tal caso, se acabó la entrevista, supongo.
- Donde digo piedra, digo china.
- Está
bien, le conseguiré una. Pero le advierto que mi hijo se dedica más bien a la
planta de la coca.
- Yo
me hago a todo.
Se dice muy pronto cinco generaciones.
ResponderEliminarPero eso hay que trabajarlo y vivirlo cada uno en su tiempo.
Dice el refrán :De tal palo tal astilla.
Pues aquí cinco astillas de primera, jajaaa.
Abrazos fraternos y feliz noche amigo Janial.
Gracias, MA, por tu visita y comentario. Y por sonreir. Sobre todo por sonreir.
Eliminar