Los menos leídos


Como viene siendo habitual desde el comienzo del milenio, La Oficina para la Culturización Global de la Humanidad (OCGH), dependiente de la ONU, ha hecho pública su lista de los diez libros menos leídos del año. “La lista, basada en un estudio exhaustivo con más un millón de encuestados repartidos por todo el globo terráqueo, no tiene en cuenta, como es natural, todas las obras publicadas o reeditadas durante el año en curso, sino, únicamente, las cinco mil más vendidas en ese tiempo, que suelen ser las que ya no generan derechos de autor. Es entre ellas que se efectúa la investigación”, nos informa el portavoz oficial de la OCGH. Aunque escasas, las novedades en la lista de este año, merecen atención.
Por tercer año consecutivo, La Biblia ostenta el primer puesto de libros menos leídos. El rabino ortodoxo, Moshes Loëw, del rabinato de Tel Avi, lo justifica alegando que al ser La Biblia una miscelanea de obras sagradas y al baremarse el conjunto como un único libro, es normal que aparezca en ese puesto. Si pudiera establecerse cada una de las obras que lo componen como independiente, es claro que, frente a Números, Levítico y Abacuc, por ejemplo, aparecerían otros como Job, Jueces o Ruth entre los más leídos. Por su parte, la secretaría para asuntos externos de El Vaticano, asegura que la referencia al primer puesto es para Biblias protestantes, extremo que “no queda suficientemente claro en el informe. Si habláramos de la Bibia católica, otro gallo nos cantara dos veces”, aseguró su portavoz.
Iliada, de Homero, que ocupó el cuarto puesto el año pasado, desplaza a Ulises, de James Joyce, del segundo, el cual pasa a ocupar un discreto séptimo lugar. “La culpa de todo la tiene el segundo canto de Iliada, dedicado a catalogar los barcos que acudieron a Ilión –asegura el profesor García Gual-. Después de la impresión causada por el primer canto, La cólera, el catálogo es como un jarro de agua fría para el lector ensimismado. Algunos no pueden superarlo y abandonan su lectura”.
Inmutable se mantiene, en cambio, El hombre sin atributos, de Robert Musil en su tercer puesto de la lista. “Siempre ha sido obra de elites cultivadas. Somos pocos quienes podemos disfrutar de sus sutilezas conceptuales”, asegura Berlanga Pi, historiador especializado en la decadencia del Imperio Austro-Húngaro.
Ocupando el hueco dejado por Iliada, en el cuarto puesto, aparece como por ensalmo, Los siete pilares de la sabiduría, de Lawrence de Arabia, que en años anteriores se hallaba al otro lado del espectro, como uno de los libros más leídos. “Se ha tardado en comprender, por parte del lector, que esta obra no es la segunda parte de Los pilares de la tierra”.
El capital, de Carlos Marx, pasa del noveno al quinto puesto de los libros menos leídos, desplazando a La divina comedia, De Dante Alighieri, que vuelve a salir de la lista.
Para el sexto puesto, otra novedad, que el pasado año se quedó a las puertas con el número once gracias al ancestral chauvinismo francés, La comedia humana, versión actualizada, de Honoré de Balzac, que desplaza a ”Las dionisíacas“, de Nono de Panópolis que, extrañamente, sale de la lista de los diez menos leídos. “Más extraño aún es que esté entre los cinco mil más vendidos”.
Como ya hemos dejado anotado, Ulises, de James Joyce, baja (o sube, según se mire) del segundo al séptimo lugar. “Es que resulta muy difícil pasar de la página noventa y ocho y pocos lectores lo intentan”, asegura un admirador de la obra que prefiere permanecer en el anonimato. Guerra y paz, de Leo Tolstoi, que ocupaba este número mágico, se coloca al final –o al principio-, en el número diez.
El Quijote, de Miguel de Cervantes, vuelve, tras dos años de ausencia, a su octavo puesto acostumbrado, que ocupó durante ese lapso El buscón llamado don Pablos, de Francisco de Quevedo. “Es por las bodas de Camacho- insiste Rico- a pesar de mis abundantes notas a pie de página, los lectores siguen sin cogerle el tranquillo”.
Comparten el noveno lugar en esta lista, por deslizamiento de El Capital al quinto puesto, dos novedades: el Rig-veda (no así el resto de vedas) y el Mahabharata. “También los hindúes están dejando de lado sus libros sagrados. A este paso solamente van a quedar los islamistas, como lectores del suyo, qué horroroso error”, comenta con tristeza Monseñor Rouco Varela.
El décimo y último puesto ha recaído este año en Guerra y Paz, de Leo Tolstoi, que ha bajado desde el séptimo, que ocupaba el año anterior, desalojando de este modo a Masa y poder, de Elías Canetti,  que desaparece nuevamente de la lista.

Como se puede apreciar, quedan fuera este año, entre las que ocuparon lugar el pasado, La divina comedia, de Dante, que fue nada menos que quinta, una obra que, como señala el gran erudito Martín de Riquer, “con o sin ilustraciones, no acaba de cuajar en esta lista”, Masa y poder, que solía compartir puesto con Leviatán, de Hobbes y el Buscón, que suele oscilar entre los puestos veinte y cuarenta. Es de notar la ausencia en la lista de los diez menos leídos y por sexto año consecutivo de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. “Por algún lado tenía que manifestarse el espíritu chauvinista”

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Resulta un tanto chocante que À la recherche du temps perdu se haya quedado fuera de la lista. A diferencia de la “Sagrada” Biblia, sus partes resultan más animosas.

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  2. Es debido a que los franceses se han obligado a sí mismos a leerlo, eso sí, esforzándose al máximo, para que no hubiera dos obras del país en la aciaga lista. Gracias por tu visita, Jesús.

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